Dormir la siesta después de comer puede tener importantes beneficios para la salud, pero ¿de cuánto tiempo deberían ser para evitar esa sensación de mareo para el resto del día? Ya avisamos: parece no haber término medio.
Dormir entre siete u ocho horas se ha convertido en el consejo estándar que suele darse para tener una mejor salud del corazón. Pero hay esos días en los que te quedas despierto hasta altas horas de la noche, ya sea porque te quedas leyendo, o con el móvil o simplemente no puedes dormir. Entonces es ahí cuando te levantas ya pensando en la siesta, esa famosa tradición española, que te ayuda a recuperar las horas de sueño y de la que muchos están en desacuerdo sobre la duración y la frecuencia. Sin embargo, una investigación del Hospital Universitario de Lausana (Suiza) demuestra que es mucho más beneficiosa para nuestra salud de lo que pensamos.
Un estudio publicado en la revista Heart sugiere que tomar una siesta durante el día una o dos veces por semana puede reducir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o, incluso, un derrame cerebral. Pero no todo iban a ser buenas noticias porque hay una peculiaridad: tomar la siesta más a menudo o por un período de tiempo más largo, no tiene la misma asociación. Es decir, si alargas tus siestas, no solo te sentirás peor cuando despiertes, como si estuvieras más cansado, sino que tu cuerpo se resentirá a largo plazo.
El estudio analizó a aproximadamente a 3.500 personas suizas entre las edades de 35 y 75 que participaban en una investigación centrada en los factores relacionados con enfermedades cardiovasculares. Los datos sobre sus patrones de sueño y siesta se rastrearon durante un promedio de cinco años. Los resultados demostraron que la siesta ocasional, una o dos veces por semana, se relacionaba con tener casi la mitad del riesgo de sufrir un ataque cardíaco, una insuficiencia cardíaca o un accidente cerebrovascular que aquellos que no durmieron en ningún momento.
Más horas, menos salud
Pero ese parámetro cambiaba para aquellos que se echaban la siesta de forma regular durante la semana. Los que dormían de tres a siete veces por semana, tendían a tener más problemas de salud en general. En ese grupo, hay que destacar que los participantes tendían a ser fumadores masculinos de edad con niveles más altos de apnea obstructiva del sueño. Algo que ya confirmaban otros estudios anteriores que indicaban que los adultos mayores que dormían la siesta o se quedaban dormidos durante largos períodos de tiempo podrían tener serios problemas de salud subyacentes, según afirma el coautor de esta investigación de la revista Heart, el doctor Yue Leng, de la Universidad de California.
«En general, la siesta es mucho más complicada de lo que tendemos a pensar, e incluso en el mundo de la investigación, hay mucho más que aprender sobre la siesta», cuenta a Runner’s World. “Pero esta investigación es útil, porque contribuye al debate que hay en curso sobre las implicaciones de la siesta en la salud”.
Y ahí entra una de las polémicas que hay entorno al sueño: las horas que debemos dormir durante la noche para conseguir el mayor descanso. Hay algunos investigadores que sugieren que lo importante es cuánto duermes durante la semana, que deberían ser alrededor de 50 a 56 horas en promedio para la mayoría de las personas, afirma Winter. Eso puede ser útil como guía si tiendes a quedarse despierto hasta altas horas durante la noche y necesita «recuperar» ese tiempo durmiendo más otras noches o echándose la siesta.
«Esa puede ser la razón por la que solo una o dos siestas por semana es útil», dijo Winter. “Te ayuda a alcanzar ese número de sueño semanal. Pero si necesita dormir todos los días durante horas, generalmente significa que puedes estar en una situación de privación del sueño».
¿Cuánto tiempo debe durar una siesta ideal?
Vale, ya tenemos el número de veces que podemos echarnos la siesta por semana, pero no el tiempo exacto de cada uno de esos descansos, y que, por supuesto, hay divergencias sobre ello. Es verdad que deben ser de aproximadamente entre 20 y 30 minutos para así evitar que el cerebro piense que te vas a dormir, pero según un estudio publicado en el Journal of Sleep Research asegura que con diez minutos de siesta hay suficiente para que tu capacidad mental se vea mejorada para el resto del día y sea capaz de resolver todo tipo de problemas. Por lo tanto, el objetivo es el mismo: limitar al máximo la duración.
Pero no todo está muy claro, porque hay otras investigaciones que dicen todo lo contrario. Por ejemplo, los científicos de la NASA en los años noventa comprobaron que una siesta de unos 30 minutos mejoraba en un 30% el rendimiento y en un 100% la capacidad de atención de sus astronautas. Posteriormente otro estudio de la agencia espacial reduce ese tiempo de descanso de forma óptima hasta los 25,8 minutos. También hay otros que lo alargan hasta oscilar entre los 50 y 60 minutos porque mejora por cinco la capacidad de retención memorística.
En resumen podríamos decir que el tiempo exacto que debe durar una siesta para ser más eficaz está entre los 10 y los 60 minutos. Lo mejor no es crear un hábito y tumbarse todos los días, lo más recomendable sería echarse la siesta cuando creas que en realidad si la necesitas. Y si lo haces, hazlo entre la 1 y las 3 de la tarde. Según la escritora de salud Linda Wasmer Andrews esta franja horaria es un momento en el que las personas sufren un bajón de energía tras la comida. Coincidiendo así con las palabras del doctor Winter que echarse la siesta al final de la mañana o a primera hora de la tarde en lugar de tumbarse a una hora próxima a la de acostarse para así evitar la interrupción del sueño nocturno.
Beneficios de echarse la siesta
No solo tiene importantes beneficios para la salud del corazón o incluso puede ayudarte a reducir las lesiones según un estudio publicado en el Journal of Science and Medicine in Sport. Pero echarse la siesta tiene otras ventajas importantes para tu bienestar.
Facilita el aprendizaje
Según un estudio de la Universidad de Berkeley la siesta podría actuar como una especie de reseteo del cerebro, ya que aquellos que tumbaban tras la comida, rendían más por las tardes y aumentaban en un 10% su capacidad de aprendizaje.
Reduce el estrés
Es una de las causas de que el corazón sufra más y corra más riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Echarse la siesta puede disminuir el estrés hasta en un 37% y por tanto ‘arreglar’ esa falta de sueño que puede incrementar el cortisol, que es capaz de debilitar el sistema inmunológico y muscular.
Aumenta la creatividad
Dormir la siesta puede estimular el hemisferio derecho, que es la zona del cerebro que se encarga de esta actividad, según determinó un estudio de la Universidad de Georgetown
Facilita la capacidad de resolución ante problemas
Noe es porque sientas que tienes la cabeza más despejada tras la siesta y eres capaz de solucionar cualquier tipo de problema. Y es que al alcanzar la fase REM del sueño, que es la fase de gran actividad cerebral y en la que soñamos, te lleva menos tiempo realizar diferentes conexiones entre ideas.
Mejora los reflejos
Cuando la NASA realizó un estudio entre sus pilotos en los años 90 se demostró que cuando dormían una siesta diaria de 26 minutos les ayudaba a cometer hasta un 34% menos de errores en el trabajo y llegando a duplicar sus niveles de alerta.
Mejora el estado de ánimo
La serotonina es un neurotransmisor que regula el sueño, el apetito y el estado de ánimo. Y cuando dormimos nuestro cerebro se inunda por completo de serotonina, lo que nos proporciona una sensación de satisfacción, bienestar y felicidad.