La fascitis plantar es una de las dolencias más comunes entre los runners. Aquí te explicamos como qué es, sus causas y el tratamiento más adecuado.
Muchos ya sabréis de lo que hablo. La fascitis plantar es frecuente en corredores y suele ser difícil de solucionar en plazos de tiempo cortos. La mayoría de los casos de dolor en el talón (las denominadas ‘talalgias’) se deben a la temida y frecuente fascitis plantar, aunque en algunos casos debemos descartar otras lesiones, como puede ser una fractura de estrés del calcáneo.
En el talón, a veces, la lesión es consecuencia de la inflamación de la almohadilla grasa plantar, algo común en saltadores de triple. Otros diagnósticos diferenciales consisten en la compresión de ramas del nervio calcáneo; por ejemplo, el denominado ‘síndrome de Baxter’. La valoración y descarte de estas otras causas de talalgia debería hacerla un profesional con experiencia.
Volviendo a la fascitis, con frecuencia se convierte en un martirio para corredores, y no corredores, que la sufren desde los primeros pasos del día al levantarse cada mañana. La tendencia a la cronicidad es elevadísima, quizás por la ausencia de un buen abordaje en los estadios iniciales. La fascia plantar es gruesa y dura, y se inserta en el hueso calcáneo del talón, para luego formar parte del arco plantar y dirigirse hacia los dedos del pie. Es un tejido resistente que recibe tensiones en cada apoyo, en cada paso. Sufre microrroturas repetidas que, normalmente, se reparan solas de un día para otro.
Si las cargas son excesivas (exceso de kilómetros, mala mecánica, pisada incorrecta, calzado no adecuado… y otros factores que lo favorecen) aparece un cuadro doloroso, más o menos inflamatorio, que recibe el nombre de fascitis plantar. En estos casos la fascia sufre un proceso degenerativo, engrosamiento y, en muchas ocasiones, una rotura parcial que ya no se repara por sí sola.
Además, con el tiempo, suele desarrollarse el espolón calcáneo en la zona insercional, sintomático o no (existen personas con espolón que no tienen dolor, porque en realidad no tienen fascitis, que es lo que lo provoca). Por todo ello, debemos tomar muy en serio el diagnóstico preciso y rápido del dolor en el talón, y comenzar con el tratamiento lo antes posible, porque cuanto más crónica es una fascitis, más difícil es solucionarla.
Tratamiento efectivo: reposo
En una primera fase se deben realizar estiramientos de la cadena posterior y de la planta del pie y, si hay mucho dolor, aplicar frío local. Además hay que modificar la actividad: caminar lo menos posible y estar poco de pie. Lo ideal es pasar a bicicleta y piscina mientras se trata la lesión. Cuando el dolor no es muy grande, un error común es seguir corriendo porque, aunque el paciente acabe cojeando, se recupera entre una sesión y otra.
Si hay en juego alguna competición importante, puede hacerse una infiltración con corticoides. Pero lo ideal es parar, ya que la mayoría de los tratamientos recomendables buscan una curación que suele ser lenta: tecarterapia, ultrasonidos terapéuticos o láser de alta potencia son tecnologías que aceleran la reparación o regeneración de la fascia. Las ondas de choque extracorpóreas son uno de los tratamientos más consolidados. Para notar mejoría es recomendable realizar una sesión semanal durante 3-5 semanas.
El siguiente escalón de tratamiento, siempre según cada caso, podría ser una técnica de fisioterapia invasiva con electrolisis percutánea, pero siempre limitando el número de sesiones al mínimo. Otras infiltraciones que podemos practicar para conseguir una mayor efectividad y velocidad en la recuperación son las de procaína, traumeel o colágeno.
Por último, y en el caso de que exista una rotura parcial de la fascia plantar, recomendamos la infiltración con plasma rico en plaquetas (PRP). El tratamiento incluiría de una a tres infiltraciones guiadas mediante ecografía.
* David López Capapé es especialista en traumatología del deporte y cirugía ortopédica.